El verano posee su propia fauna (animal, puntualicemos) que en muchas ocasiones vive de amargarnos, al menos un poco, la existencia a los humanos. Estos animales tienen un periodo de actividad contrario al nuestro y, cuando nosotros nos encargamos de descansar y bajamos la guardia, allí están ellos esperando un mínimo despiste para dejarnos un rastro en la piel que tardaremos al menos unos días en olvidar.

Los más habituales en la lista de pequeños males veraniegos son los mosquitos. Esos pequeños insectos cuentan con más de 3.000 especies diferentes, lo que significa que prácticamente no hay lugar del globo que escape a sus efectos. Además, tienen el dudoso honor de ser los animales más mortíferos del planeta –más incluso que los humanos- ya que se les considera responsables, directa o indirectamente, de más de 725.000 muertes al año. Fiebre amarilla, malaria, dengue, chikungunya o zika, todas son causadas por mosquitos aunque las picaduras de estos insectos en España normalmente conllevan sencillamente una pequeña inflamación, un leve enrojecimiento y picor en la zona durante unos días. Este picor se produce por la sustancia que inyecta el mosquito hembra –los machos no se alimentan de sangre- para coagular la sangre y poder absorberla de nuestro cuerpo. ¿Y la mejor forma de aliviarlo? Frío y amoníaco o antihistamínico.

Otros de los insectos clásicos del verano son las abejas y las avispas que, aunque se suelan meter en el mismo grupo, tienen importantes diferencias. Aunque ambas atacan al sentirse amenazadas, las avispas pueden picar a varias personas a lo largo de su vida mientras que las abejas solo pueden hacerlo una vez ya que, tras clavar su aguijón, mueren. Eso principalmente significa que la manera de tratar la picadura es diferente ya que, en el caso de la abeja, es fundamental sacar dicho aguijón. Para ello, lo mejor es extraerlo arrastrándolo con un objeto sin filo, como un cuchillo romo o una tarjeta de crédito. Tras esto, los pasos son iguales en ambos casos: lavar bien, aplicar frío y tomar antihistamínicos.

Si abandonamos el medio terrestre y nos adentramos en el marino, una de las grandes protagonistas de las picaduras veraniegas es la medusa. En España, dado el gran número de kilómetros de costa que poseemos existen múltiples tipos de medusas, algunos de ellos peligrosos. Este es el caso de la pelagia noctiluca, la llamada carabela portuguesa o la cubomedusa. Lo fundamental si nos pica una medusa, sea de la clase que sea, es retirar los restos que puedan quedarnos en la piel, siempre con agua salada y sin frotar para no irritarnos más la piel. Después, para aliviar, puede aplicarse frío y, si ha quedado herida abierta, es importante desinfectarla correctamente y puede ser necesario aplicar pomadas antihistamínicas.

Y por último, ¿qué debemos hacer si pisamos un erizo de mar? Estos animales se caracterizan por poseer unas afiladas espinas que normalmente se quedan en la piel y que es necesario sacar para evitar que se enquisten o se infecten. Además, estas pueden romperse y poseen una sustancia urticante pero no venenosa que puede hacer que la piel se irrite aún más. Para neutralizar dicha toxina lo mejor es sumergir la zona afectada en agua lo más caliente posible e intentar sacar las espinas con mucho cuidado, sin pellizcar, para que no haya riesgos de clavarlas más. Si no lo conseguimos, podemos aplicar una mezcla de trementina, ácido acetilsalicílico y lanolina que puede hacer más fácil la extracción. En personas sanas no suelen ser necesarios los antibióticos pero sí vigilar la herida para que no se infecte.

Ante cualquier duda, lo ideal es poder consultar con nuestro médico estemos donde estemos, por eso tener un seguro de salud como el de AXA que ofrece orientación médica online y telefónica nos permite tener toda la salud a nuestro alcance.

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