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Las dos caras del sol: Estrategias de prevención ante las olas de calor
Inmersos en plena estación estival desde el pasado 21 de junio, asistimos tempranamente a la primera ola de calor batiendo récords de temperaturas como fue el caso de la localidad onubense de El Granado: 46 º C. Sin duda el cambio climático viene provocando que las olas de calor sean más tempranas, frecuentes, intensas y prolongadas.
Los riesgos de las altas temperaturas
En 2024 se produjeron en España 2020 defunciones atribuibles a olas de calor, y entre 2015 y 2024 el número ascendió a 23.820, encabezadas prioritariamente por grupos de 85, 75 y 65 años de edad seguidos por jóvenes adultos que realizan actividades físicas intensas durante la ola de calor o trabajos pesados a pleno sol.
En la retina colectiva, quién no tiene la imagen veraniega de trabajos de asfaltado en plena carretera mientras un trabajador, a pleno sudor y señal en mano, nos ha dado alguna vez el alto para priorizar la circulación del sentido contrario unos minutos.
Las elevadas temperaturas al aire libre o en locales abiertos acaban generando erupciones en la piel, náuseas, mareos, calambres, insolación e incluso la muerte por golpe de calor.
Para garantizar la seguridad y la salud en estas circunstancias se dictó el Real Decreto-Ley 4/2023 de 11 de mayo, por el que, entre otras medidas, se establecen las de “prevención de riesgos laborales en episodios de elevadas temperaturas”, especialmente cuando una Agencia Meteorológica active avisos naranja o rojo. Esta norma ha venido a reiterar las previsiones que ya contenía el vigente Real Decreto 1561/1995 de 21 septiembre, sobre Jornadas Especiales de Trabajo en el artículo 23, señalando que si se está expuesto a un riesgo en el trabajo y, si tras acometer todas las medidas preventivas, el riesgo persiste, queda sólo reducir o limitar la jornada de trabajo para disminuir el tiempo de exposición a dicho riesgo, salvo el caso en que sea preciso el abandono inmediato del puesto de trabajo por tratarse de un riesgo grave e inminente.
Esta doble circunstancia (grave e inminente) permite al propio trabajador abandonar el puesto de trabajo. El caso reciente de una trabajadora del sector limpieza fallecida en Barcelona, trabajando en plena calle, cuyo turno comenzaba a las 4 de la tarde, ha movilizado a la opinión pública sobre este tipo de situaciones (las horas más peligrosas durante una ola de calor son generalmente entre las 10 de la mañana y las 4 de la tarde).
Los trabajos en locales abiertos o al aire libre requieren medidas preventivas como son:
Además de esas medidas preventivas, hoy dentro de los Equipos de Protección Individual (EPIs) existen pulseras que alertan al trabajador/a del aumento progresivo de la temperatura ambiente, por lo que, en el peor de los casos, alcanzados los 40º C el riesgo grave es patente, y si además aparecen síntomas médicos, el abandono y la asistencia médica resultan imprescindibles.
Cuestión distinta es el trabajo en locales cerrados, para los que el Real Decreto 486/1997 de 14 de abril, de disposiciones mínimas de seguridad y salud en los lugares de trabajo, en su Anexo III establece las condiciones de temperatura, humedad y ventilación para trabajos sedentarios y no sedentarios en ambientes calurosos. Para cada circunstancia fija varios posibles grados, a modo de horquilla, porque cuando las temperaturas son intermedias existe distinta sensación de confort térmico entre las personas por no hablar de conflicto; al contrario, cuando las temperaturas son extremas, por frio o por calor, la sensación de discomfort térmico es unánime.
El riesgo de la radiación solar
Sería una torpeza que preocupación y atención a las altas temperaturas encubran simbólicamente el lenguaje más invisible y grave del sol: sus radiaciones ultravioletas (UV). Las tres modalidades son:
Un problema generado entre jóvenes por la moda es la tanorexia o adicción al sol para estar moreno, una estética tan valorada entre ellos, al punto de que los dermatólogos denuncian que han detectado que les preocupa más sufrir arrugas y envejecer por la acción del sol, que sufrir melanoma. Desconocen que incluso bajo sobrilla se puede sufrir el reflejo radiante acumulado en la arena.
En España el año pasado fallecieron por cáncer de piel 1.882 personas y la Sociedad Española de Oncología Médica registró ese mismo año 7.881 nuevos casos de melanoma en España, el más grave de los cánceres de piel.
Las zonas más expuestas al riesgo del sol son cara, cuello, manos y brazos, ya que afecta a la capa más externa de la piel, la epidermis. Por todo esto, se debe limitar la exposición al sol, sobre todo en horas pico entre las 12 de mediodía y las 4 de la tarde, y usar protección solar de amplio espectro (UVA y UVB) y factor superior al 30 atendiendo a las características personales de cada tipo de piel.
Sin perjuicio de la revisión dermatológica ante cualquier sospecha en la piel, existe una regla de autoexploración capaz de darnos pistas si observamos lunares o manchas en nuestra piel, conocida como ABCDE:
En conclusión, comprender las diferentes facetas del sol y sus efectos nos permite adoptar medidas preventivas efectivas para proteger nuestra salud y bienestar durante las olas de calor. La prevención no solo implica actuar en el momento, sino también planificar con anticipación y educarnos sobre las mejores prácticas.
Por A. José Millán, director del Aula AXA de Prevención de Riesgos.